La adolescencia es un periodo de
preparación para la edad adulta durante el cual se producen varias experiencias
de desarrollo de suma importancia. Más allá de la maduración física y sexual,
esas experiencias incluyen la transición hacia la independencia social y
económica, el desarrollo de la identidad, la adquisición de las aptitudes
necesarias para establecer relaciones de adulto y asumir funciones adultas y la
capacidad de razonamiento abstracto. Aunque la adolescencia es sinónimo de
crecimiento excepcional y gran potencial, constituye también una etapa de
riesgos considerables, durante la cual el contexto social puede tener una
influencia determinante.
Muchos adolescentes se ven sometidos a presiones para consumir alcohol, tabaco u otras drogas y para empezar a tener relaciones sexuales, y ello a edades cada vez más tempranas, lo que entraña para ellos un elevado riesgo.
En muchos casos también experimentan diversos problemas de adaptación. Los patrones de conducta que se establecen durante este proceso, como el consumo o no consumo de drogas o la asunción de riesgos o de medidas de protección en relación con las prácticas sexuales, pueden tener efectos positivos o negativos duraderos en la salud y el bienestar futuros del individuo.
Es fundamental acompañar esta etapa de la vida con información, cercanía, y contención a nivel familiar, educativo y social.