Conceptos Básicos de la Terapia Cognitiva IV
Creencias
Las creencias son los contenidos de los esquemas, las creencias son el
resultado directo de la relación entre la realidad y nuestros esquemas. Podemos
definir a las creencias como todo aquello en lo que uno cree, son como mapas
internos que nos permiten dar sentido al mundo, se construyen y generalizan a
través de la experiencia.
Existen diferentes tipos de creencias, clásicamente hablamos de:
Creencias nucleares: son aquellas que constituyen el self de la persona, son
difíciles de cambiar, dan el sentido de identidad y son idiosincrásicas.
Creencias periféricas: se relacionan con aspectos más secundarios, son más
fáciles de cambiar y tienen una menor relevancia que las creencias nucleares.
Las creencias nucleares constituyen el núcleo de lo que nosotros somos,
nuestros valores, nuestras creencias más firmes e inconmovibles, justamente por
eso es que nos dan estabilidad y nos permiten saber quienes somos. En cambio las
periféricas o secundarias son más satelitales y no involucran a los aspectos
centrales de la personalidad, por lo tanto pueden modificarse con más facilidad.
Obviamente entre estas dos posibilidades existirá una escala amplia, en cuanto a la
importancia o centralidad que cada persona le atribuya a las creencias.
Las creencias nucleares nos permiten decir quienes somos, por ejemplo al
decir “soy varón” aunque parezca una verdad obvia, es una creencia fundamental,
más que una verdad se trata simplemente de una creencia, ya que hay personas
que siendo varones biológicamente hablando, creen que son mujeres y viven como
tales, por lo tanto la afirmación sobre nuestro género, es una creencia.
Al ser una
creencia nuclear no la cuestionamos y la damos por supuesta, nos da estabilidad
como personas y nos permite a partir de allí construir y proyectarnos como seres
humanos. Sobre esta afirmación y creencia básica es que se asientan otras
creencias centrales. tal como la de “soy varón y me gustan las mujeres” o “soy varón
y me gustan los varones”, estas dos opciones marcarán dos caminos distintos, pero
la identidad de género no entra en juego, en los dos casos la afirmación central
sobre el género ya está hecha. En el primer caso un varón se dirá ‘soy heterosexual’ y en el segundo caso se dirá ‘soy gay’ y a partir de allí se irán constituyendo otras
creencias que dirán quiero que mi vida sea de esta manera o de esta otra. En este
ejemplo vemos como las creencias se van consolidando a partir de ciertas
afirmaciones nucleares, primero las creencias de género, luego las de orientación
sexual. Claramente este planteo no pretende generar ningun sesgo en en este tema en particular, sino manifestarse a modo de ejemplo.
Podemos ver como las creencias comienzan a constituir un entramado
de significaciones que van dando densidad a nuestra personalidad.
Si las creencias nucleares son puestas en duda se genera una sensación
profunda de inestabilidad y angustia, porque todo lo conocido pasa a ser
cuestionado, es como si se movieran los cimientos de un edificio, toda la estructura
se mueve.
Por eso cuando una persona se cuestiona sobre su orientación sexual es
frecuente que se angustie, mucho más aún cuando se cuestiona su género.
Recordemos que uno de los factores que genera más estrés es la
incertidumbre, por eso no saber algo central respecto de nosotros mismos puede
ser tan angustiante. Habitualmente las personas van a terapia porque alguna de
las creencias básicas que le daban sustento, estabilidad y tranquilidad es puesta en
duda. Si una persona tiene la creencia: “Soy feliz con mi pareja”, puede sentirse
muy contenta, tranquila y satisfecha, pero si a esa misma creencia le agrega un
simple signo de pregunta, las cosas cambiarían drásticamente: “Soy feliz con mi
pareja?” ya no suena tan lindo como antes.
La duda y la incertidumbre respecto de
alguna o varias creencias suele ser uno de los motivos por los cuales las personas
comienzan terapia. Es común que las personas se angustien y estresen mucho
cuando no saben cuales son las reglas de juego o no sepan aspectos importantes de
su vida o su self, cuanto más relevante y nuclear sea lo incierto más angustia
generará. En las relaciones afectivas por ejemplo, es importante para reducir la
incertidumbre y hacer predecible dicha relación, establecer ciertos parámetros y
reglas de funcionamiento, por eso necesitamos ponerle un nombre a la relación, ya
sea decir somos novios, amantes, amigovios, etc., habitualmente cuando no
sabemos bien que tipo de relación tenemos el nivel de incertidumbre aumenta y
puede transformarse en un foco estresogénico. Si no se sabe bien quien es el otro
para nosotros y que tipo de relación tenemos, tampoco queda claro que tenemos
que esperar del otro o que se espera de nosotros mismos respecto de dicha relación.
La dinámica entre las creencias y los esquemas son la base de sustento de
los síntomas según la Terapia Cognitiva, por lo tanto el trabajo sobre las creencias
es una labor central en este tipo de abordaje.