Algunos ejemplos de cómo aumentar la actividad física y reducir el sedentarismo incorporándolos en la vida diaria:
• Incrementar el transporte activo: caminar o ir en bici, o incluirlos al menos como parte del trayecto al desplazarse, combinando con el transporte público (e incluso bajar/subir al transporte público unas paradas antes o después de lo que toque).
• Realizar descansos activos con sesiones cortas de estiramientos o dando un breve paseo.
• Usar las escaleras en lugar del ascensor o escaleras mecánicas.
• Aumentar las actividades al aire libre.
• El tiempo activo puede ser a la vez tiempo social, se pueden aprovechar las actividades grupales o clases organizadas en el entorno local, o buscar la compañía de amistades o familiares.
Como podemos observar, son modificaciones difíciles al principio (pues implican un cambio estructural, sobre todo a nivel emocional) pero pequeños para poder incorporar en nuestra vida cotidiana. Lo importante tomar la iniciativa y sostenerlos, en ese momento iniciamos el cambio de hábitos.
Cuando una persona no alcanza las recomendaciones, se recomienda aumentar poco a poco su nivel de actividad de manera que aprenda a disfrutar con la actividad física. Una forma sencilla de comenzar es incorporar la actividad física en la vida diaria. Cada movimiento cuenta.
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